
Fueron naufragio las noches
en las que te vestías de primavera; donde tu voz se confundía
con los susurros de los árboles, y parecía
que la vida solo podía ser tuya.
Sólo puedo saber si sigues viva
en el silencio que me habita.
Pero, al cabo del tiempo, tonta de mí,
me doy cuenta de que no fuiste más que una sombra fúnebre y sin colores.
Te observo desde lejos, pequeña,
en algún recóndito lugar
del universo de mis palabras
y reitero: sólo fuiste sombra.
Atardece el otoño
se desnudan lentamente los árboles
y las voces de las golondrinas.
Y el retazo de melancolía que llevo aquí dentro...
Se hace tan inmenso que ahoga el océano...
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